La Reserva de la Biosfera del río San Juan ubicada en Nicaragua, representa uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad en Centroamérica. Además, es parte del Corredor Biológico Mesoamericano, que se extiende desde México y termina en la Amazonía colombiana. Alberga una parte del bosque húmedo tropical casi virgen, por ello este ecosistema está protegido bajo la categoría de reserva, una de las más importantes en relación al manejo y conservación de bosques, territorios y recursos naturales.
Esta reserva de la biosfera, además, está formada por un conglomerado de distintas reservas, entre ellas: Indio Maíz, Refugio de Vida Silvestre Los Guatuzos, La Fortaleza de la Inmaculada Concepción, Reserva Natural Bartola y Solentiname. Un ecosistema muy particular de Centroamérica que, en los últimos años, según organizaciones reconocidas como el Centro Humboldt, ha sido afectado por procesos de extracción de minerales y deforestación agresiva.
Los datos oficiales de Nicaragua indican que la reserva de biosfera de Río San Juan tiene bosques endémicos, es decir, que solo pueden encontrarse en este rincón del planeta. Dicha área natural protegida cuenta con más de 1’800.000 hectáreas, siendo Indio Maíz la más grande de todas las reservas que la conforman, con 300.000 hectáreas. Indio Maíz es prácticamente el corazón de la reserva de biosfera y la segunda área protegida más importante de Nicaragua. En abril de 2018, días antes del estallido social y político, un incendio por prácticas agrícolas arrasó más de 5000 hectáreas. Según denunció en su momento la Fundación del Río, organización ambientalista que promueve la conservación y el desarrollo de la región, el incendio fue provocado debido a las quemas realizadas por productores agrícolas de la zona.
Las 7483 alertas de deforestación detectadas durante el 2021 por la plataforma Global Forest Watch confirman esta pérdida de bosque dentro de la reserva continua. Las alertas se detectaron sobre todo en el área noreste del área protegida. En ese espacio se observa que, mientras entre enero y marzo la tasa de deforestación es baja, en abril esta se dispara a 3200 alertas. Según la misma herramienta de monitoreo, muchos de estos puntos de deforestación fueron causados por incendios. Sin embargo, el siguiente foco de deforestación se registró en julio, sin incendios de por medio. En la semana del 26 de julio se identificaron 3182 alertas. Según un análisis de Global Forest Watch, esos espacios se asemejan a tierras abiertas para ganadería.
Existen varios factores ambientales que están provocando un deterioro ambiental en el caso puntual de la reserva biológica Indio Maíz, uno de ellos son los procesos de invasión hacia el área protegida, es decir, se deforesta para establecer ganadería o actividades agrícolas dentro de la zona núcleo. “Otro factor son las actividades extractivas que van desde minería artesanal e industrial”, dijo el activista de la Fundación, asegurando que no hay control por parte de las instituciones responsables. Agregó que en la zona de amortiguamiento de Indio Maíz hay presiones por el monocultivo de palma africana y las plantaciones de café que provocan un aumento en los procesos de invasión y desplazamiento de las familias que ancestralmente han vivido en la zona de amortiguamiento.
“Personas con poder económico y político están acaparando la tierra del área protegida que, además, pertenece en un 70 por ciento a los indígenas Rama-Kriol, quienes cuentan con título de propiedad”, aseveró Ruíz de Fundación del Río.
Dentro de la Reserva Biológica Indio Maíz viven seis comunidades indígenas Rama y tres afrodescendientes que son las Kriol. Para la administración de su territorio, las nueve comunidades han conformado el Gobierno Territorial Rama-Kriol (GTR-K), compuesto por dos representantes de cada comunidad.
Amaru Ruíz explica que el GTR-K ha definido la Guía de Saneamiento en la cual se estipula claramente que el área de la reserva debe continuar siendo destinada para la conservación y que los no indígenas que se hayan establecido en la zona, después del 1987, deberán salir de su territorio. Sin embargo, las comunidades Rama y Kriol no cuentan con el respaldo del gobierno de Daniel Ortega para frenar la deforestación en la reserva.
Según Amaru Ruíz, desde las municipalidades hay un interés por beneficiar a los grupos invasores, quienes aprovechándose de la necesidad de las comunidades llegan ofreciendo carreteras, paneles solares, escuelas e iglesias que deberían de ser proporcionadas por el propio Estado y no por particulares a cambio de la explotación de los recursos naturales.
Según datos proporcionados por la Fundación del Río, hasta 2019 más de 12,649 hectáreas han sido deforestadas debido a las invasiones dentro de Indio Maíz, sumadas a las 20,829 hectáreas de bosque en degradación, lo que afecta la calidad y condiciones de los ecosistemas de la reserva.
Fundación del Río lleva más de 30 años denunciando las ilegalidades que han permitido la deforestación y el mal uso de la tierra en la reserva. Lamentablemente, aseguran, solo han recibido amenazas de muerte y han sido víctimas de criminalización por parte de empresarios y entes del Estado.
En el caso de Indio Maíz, la deforestación es una de las principales actividades realizadas por los colonos en las áreas de bosque virgen para convertirlas en potreros donde se pueda practicar la ganadería a gran escala. “Esta reserva cuenta con árboles de aprovechamiento forestal, exóticos de madera que algunos todavía existen gracias al cuido de los guardabosques. Podemos encontrar especies que no se encuentran en ninguna otra parte, pero que también son endémicas, es decir, están en peligro de extinción”, apuntó Barberena.
FUENTE:
ESTUDIANTE: Sebastian Alonso Reyes Muñoz
CÓDIGO: 20210918
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